Estamos en un momento de incertidumbre tras todos los acontecimientos que llevamos vividos desde que estallo la pandemia de Covid-19 en marzo de 2020. Durante estos dos años de coronavirus hemos vivido una montaña rusa de emociones en todos los ámbitos, pero nosotros nos vamos a centrar en el de los negocios.
Hemos pasado de estar encerrados en casa durante las cuarentenas, tratando de adaptar nuestros trabajos y vida familiar en un mismo sitio – nuestras casas -, a salir despavoridos cual animales en estampida a consumir en todo tipo de establecimientos como si no hubiera un mañana al día siguiente.
Entre tanto han ido sucediendo diferentes cosas en el mundo, como la mayor inyección de dinero a nivel mundial que el mundo «moderno» ha visto nunca. Eso ha provocado por un lado que los meses siguientes al estallido del virus las economías no se desplomaran provocando con ello la bancarrota de todos los países y, por lo tanto, evitando revueltas o problemas sociales a corto plazo.
Estas medidas provocaron que todas las familias y empresas tuviesen la posibilidad de mantener e incluso aumentar el consumo y la inversión. Todo esto para intentar no repetir los errores del pasado como fue la gran recesión de hace 10 años.
Esta línea de ayudas ha propiciado que las empresas y bancos, pudiesen hacer grandes inversiones o fusiones por todo el dinero que estaba en movimiento a nivel institucional bancario y de consumo. También ha creado un movimiento a nivel laboral como no se recuerda otro desde la gran revolución industrial cuando empezaron a crearse las primeras fábricas de fabricación en cadena masiva. Por aquel entonces se trataba de hacer posible tener un trabajo estable, produciendo durante 8 horas diarias para luego poder salir y consumir creando así la economía que hemos tenido hasta hace bien poco.
Precisamente por los efectos que ha dejado la pandemia, nos encontramos de nuevo en un gran proceso de cambio social, laboral y de consumo.
Metaverso y NFTs. La nueva sociedad digital.
Es en este momento cuando surgen dos grandes retos para la sociedad actual. Por un lado, las nuevas formas de trabajo y los nuevos puestos de trabajo que se están creando y se crearán en detrimento de que desaparezcan los que llevan con nosotros más de dos siglos y, por otro lado, la inflación desbocada que tenemos a las puertas de nuestras empresas, que es el resultado, principalmente, de estos cambios que vivimos a causa del impacto del Covid-19 en nuestras vidas.
La conclusión que podemos sacar de esto es:
Que después de casi dos años de caos y dinero en abundancia que hemos tenido, podemos presumir que todo aquello que ahora conocemos en nuestras propias casas, en nuestros círculos laborales y sociales acabará desapareciendo en las próximas dos décadas dejando paso a algo nuevo que no sabremos qué es hasta que suceda.
No paramos de leer y escuchar noticias sobre la enorme inflación que vamos a sufrir y que hay que empezar a “apretarse el cinturón”. Eso tiene sentido, pero hasta cierto punto. También tenemos que ver que, entre todo el desconcierto que tenemos y aún más el que se nos a vecina, hay diferentes oportunidades empresariales y laborales para poder evolucionar con la nueva sociedad que viene y no quedarnos atrás.
Siempre es aconsejable tomarse las cosas con calma y adoptar las decisiones pertinentes con la cabeza fría. Pero eso no quiere decir que te dejes adormecer por los medios o por la gente que tengas a tu alrededor y lo único que te quede sea resignarte a ir con la marea a donde finalmente te deje.
Hay que empezar a nadar y observar el horizonte de oportunidades nuevas que están llegando. Eso sí, vas a tener que poder adaptarte, tener una mentalidad elástica y abierta de forma que puedas aprovechar dichas oportunidades.
Por lo tanto, a la vuelta de las vacaciones leamos, analicemos y pensemos hacia dónde podremos ir en los próximos años.