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La pasada semana comenzó con la noticia de que la empresa PELOTÓN ha salido del NASDAQ tan solo 1 año después de su incorporación. Fue la primera empresa de actividad física y equipamiento que entraba en el NASDAQ impulsada por el «boom» de home fitness, tras estos casi dos años de pandemia que llevamos.

Lo que le ha sucedido a Pelotón es el vivo ejemplo de lo que puede ser una burbuja no controlada. Con esto nos referimos a que todo sector para crecer necesita de «burbujas» para poder llegar a un público cada vez más amplio, pero, a su vez, necesita de una serie de límites y controles dichas burbujas para que éstas se puedan consolidar y por lo tanto desarrollarse con el tiempo de una forma sostenible.

Existe, asimismo, otro problema con Pelotón y es que una sola empresa, por muy grande que sea, no puede hacer que toda una nueva industria se mantenga. De ahí la importancia de tener siempre un homólogo o varios para poder darle cierta estabilidad y equilibrio a dicho sector. Esto es, que es conveniente y necesario que exista competencia entre varias compañías que se dediquen a la misma actividad.

Recordemos que Pelotón había comprado previamente a la empresa PRECOR, que se dedicaban al sector del equipamiento fitness siendo líder mundial en su momento. La adquisición fue, en origen, para aumentar el propio suministro de Pelotón porque no tenían capacidad productiva suficiente para afrontar los pedidos que tenían. Sin embargo, las estadísticas con las que los asesores de Pelotón contaban no se correspondían con la realidad lo que resultó en que las estadísticas de ventas estaban muy por encima del retorno que tuvo a posteriori conllevando la reciente salida de la empresa de Nasdaq. Como decíamos, es una muestra de que las previsiones realizadas por la consultora que llevó a cabo esta operación con PELOTÓN estuvieron mal planteadas, pecando de excesivamente optimista y no teniendo en cuenta la vuelta a la “normalidad” de los usuarios al mejorar la situación epidemiológica. Además, lo sucedido con PELOTÓN ha arrastrado a PRECOR, que antes de la adquisición contaba con unas facturaciones nada desdeñables, posicionándose en la actualidad por detrás de otras empresas competidoras en el sector del fitness.

Es más, podemos afirmar que el asesoramiento realizado a PRECOR no fue tampoco acertado dado que es preciso analizar que el inversor que introduces en tu empresa no solo aporta dinero sino que aporta capacidad de crecimiento y de mejora real en el sector en el que estás.

Todo lo expuesto anteriormente nos revela que en el sector del fitness y la salud aún nos queda muchos pasos por dar para la tan ansiada transformación digital que tanto se viene publicitando en los últimos tres años. Resulta, pues, muy difícil actuar como una especie de “oráculo” de cualquier industria (en este caso la del fitness y la salud) y poder vaticinar por dónde van a ir los tiros.

Actualmente se está hablando mucho del metaverso, del streaming de las aplicaciones de fitness en casa etc. Entendemos que no se puede llegar a instaurar una digitalización en un sector que nació en el mundo offline y que necesita de ese mundo para poder crecer y consolidarse como una gran industria del presente-futuro.

En este caso no nos referimos a que PELOTÓN – por ser del caso que hemos analizado – o la empresa que sea no vayan o no estén en futuro próximo liderando el sector, más bien lo contrario. Lo que queremos decir con este artículo es que todo crecimiento tiene que ir acompañado y arropado por todo el sector y la sociedad que mueve ese sector. Si no, pueden suceder cosas como lo que le ha sucedido a de PELOTÓN.

De lo que sí estamos seguros es de que en la próxima década estaremos todos más que familiarizados con el consumo digital del fitness y la salud. ¿Cuál será la forma de consumo en dicho sector? Ésa es la pregunta para la que aún no tenemos respuesta.

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